lunes, 31 de agosto de 2009

Primera parte

Convencido de que era demasiado temprano para salir a trabajar, Erick Banowel, el famoso mimo de la Avenida Marcelott, decidió ir a comprar algunas cosas que le hacían falta para mal comer en la semana; a pesar de ser bastante bueno en su trabajo,gracias a sus divertidos e ingeniosos shows y reconocido por la mayoría de las personas de la cuidad y uno que otro turista ,la paga no era muy buena, sin embargo, en contadas ocasiones lo habían llevado a fiestas privadas en otros países contratado por los turistas excéntricos, ser mimo de tiempo completo ameritaba otro trabajo de medio tiempo, así que Erick, trabajaba como asesor de ventas en unas grises y aburridas oficinas de la ciudad, en las cuales, solo unos pocos conocían su verdadera vocación y pasión; ya en camino de regreso a casa, y con las provisiones necesarias tales como: sopas instantáneas, cereal, leche, pan, jamón y un poco de fruta, recordó haber dejado la ropa en la lavadora, lo cual significaba que su uniforme de payaso mudo estaba totalmente húmedo, corrió de prisa y subió de dos en dos los escalones que lo conducían a su destruido departamento no sin antes topar con el conserje del lugar quien lo maldecía una y otra vez por pisar el suelo recién trapeado, y con la anciana dueña de los departamentos, que con gritos agudos y molestos le exigía los dos meses de renta que el aclamado artista callejero le debía; lanzo las cosas a la mesa y un sonido seco y agudo, le recordó el frasco de mayonesa ahora inservible, que se encontraba en la bolsa, clamando internamente haber olvidado poner su uniforme dentro de esa tanda de ropa, abrió la escotilla del destartalado aparato y casi como una burla, la primer prenda en aparecer era su camiseta a rallas enredada en sus tirantes; con la renta, la mayonesa, la ropa húmeda y el hambre que traía, girando en su cabeza, le resultaba difícil solucionar su problema, deseaba llamar alguien que lo auxiliara pero no tenia ni idea de quien podría ser esa persona, tomo una naranja de la mesa y la lanzo con todas sus fuerzas contra el sucio y destruido muro, reventándola en pequeñas porciones; algunos de los trozas de naranja cayeron sobre el sillón, otros en cambio decidieron quedarse a adornar el muro, que para ser sinceros le daban una mejor apariencia de la que tenía antes de que colisionara aquel cítrico alimento, sin embargo, algunos trozos de la fruta se esparcieron por lo que podría ser la solución a su problema.
Mientras Erick caminaba algo molesto con un trapo sobre su mano para limpiar la evidencia de su repentino ataque de furia, pudo ver bajo los restos de semillas y cáscara cubiertos por un poco de pulpa, el directorio telefónico que se encontraba en el suelo desde antes que él ocupara ese lugar, en ese preciso instante llego a su mente la idea de buscar la tienda de disfraces mas cercana, tomo el grueso libro, lo limpió superficialmente y comenzó su búsqueda; por un largo rato intento encontrar algo que le pudiera servir, pero no había nada alentador, casi como un golpe de suerte abrió enérgicamente, y algo frustrado, la pagina en la cual vio por fin el tan esperado anuncio, Tienda de disfraces “ La Momia” , haciendo alusión con una imagen a la película que lleva ese nombre donde aparece el actor Brendan Fracer, seguido de el slogan, listos para toda ocasión, llamo inmediatamente para preguntar si había trajes de mimo de su talla y se alegro al saber que contaban con algunos, emoción que duró poco tiempo al saber la ubicación de la tienda, pues aunado a su desgracia, el pobre mimo no tenia automóvil.
Solo contaba con dos opciones, la primera, era llamar a Raúl, el compañero del trabajo con el que se llevaba un poco mejor, o hablarle a Oscar, un distraído y aburrido oficinista que tenia su cubículo junto al suyo, el cual se pasaba la mayoría del tiempo de "trabajo" contestando test que le dieran una pista de cómo se debería llevar una vida normal, evidentemente llamo primero a Raúl quien con disculpas se negó a ayudarlo ya que tenía un compromiso que no podía dejar a un lado; creyendo cada vez mas en la mala suerte, el frustrado mimo de la Avenida Marcelott, no tubo otra opción que llamar a Oscar, el cual, le había entregado una tarjeta con su numero telefónico por que uno de los test le recomendaba tener mas contacto con las personas de su entorno laboral, Erick lo pensó diez veces antes de llamar, pero se decidió cuando vio lo poco que faltaba para dar su show y lo mucho que necesitaba el traje, marco algo indeciso el numero de su poco o nada respetado compañero, el cual, respondió de prisa con una voz agitada y algo desconcertada, al principio el frustrado mimo no sabia que decir, pero una mirada al reloj casi por error y de reojo le puso las primeras palabras en la boca, explicando su situación y pidiendo el auxilio inmediato de algún alma caritativa aun que no fuera tan conocida; sorprendentemente Oscar acepto de inmediato y después de pedir la dirección de Erick colgó el teléfono no sin antes despedirse con un llegare de inmediato.
Después de un momento de desconcierto el mimo Banowel se sentó a meditar acerca de la situación, sin siquiera imaginarse, que esa tarde, cambiaría por completo la perspectiva que tenía acerca de el misterioso Oscar.

Por: Javier Cárdenas Naranjo