Clouet
Los patos y las palomas estaban ya aburridas de que las dibujara, había pintado el estanque de todos los colores del arco iris y seguía viéndose igual, pocas personas se detenían para contribuir a mi trabajo y los animales solo se me acercaban para hurgar entre mis cosas en busca de un poco de alimento, desde hacía ya algún tiempo había pensado en cambiarme de parque para ver cosas nuevas, pero para comenzar un artista nunca debe dejar de sorprenderse con lo mismo, además que soy algo celoso de mi espacio y un lugar nuevo, en ocasiones, me intimida un poco; después de una semana en ese lugar, me había enamorado de la quietud que ahí se vivía, de los mismos árboles, de las mismas aves, de los mismos sonidos, aun así decidí moverme unas cuantas bancas delante de la que diariamente ocupaba, y entonces la vi, sentada sobre la roca que descansaba junto al tercer árbol de la primer sección del parque, tiraba pequeñas rocas a ninguna parte o recogía hojas secas y las partía trozo a trozo hasta pulverizarlas, después de eso las lanzaba al viendo, deje mis cosas en el pasto y comencé los primeros trazos, un pequeño jugueteo con el boceto y después las líneas definidas, cuando estaba concentrado en la sombra de los pequeños orificios de sus mejillas, una sombra cubrió el papel en que dibujaba, después mi mano y al final mi cuerpo, levante la cabeza y ella estaba frente a mi, le sonreí levemente y me dijo – Que bonito dibujas, - La bonita eres tu yo solo dibujo- respondí de manera instintiva, ella sonrió y me pregunto – Como te llamas? – Román Clouet- respondí tratando de infundirle un poco de profundidad a las palabras –Yo soy Elena, Elena del Castillo- Pues no se si seas del castillo pero princesa si pareces- le dije torpemente, me dedico una sonrisa comprometida y rápidamente argumento- me dibujarías desnuda? – No hago desnudos- le dije – Considero que la gente se viste de cierta manera por que quiere expresar algo y esa es su esencia, un desnudo solo te ofrece un cuerpo en su estado puro carente de expresión cotidiana- Me miro fijamente a el ojo izquierdo, después al derecho y me dijo esbozando una enorme sonrisa que aumentaba más el brillo de sus ojos – Entonces dibújame con ropa. Caminamos a su departamento el cual se encontraba a unas calles de ahí, era un lugar lleno de muerte y desolación pero sin duda interesante, faltando una calle para llegar escuchamos un estruendo, el sonido de un vidrio que se rompía y el grito desesperado de un hombre cayendo desde el quinto piso, un golpe seco nos indico la inminente muerte del desafortunado, nos acercamos, – No puede ser, es Matías Guerrero- dijo Elena sorprendida –Es o mas bien era la basura que contaminaba con sus drogas esta zona de la ciudad- el pobre hombre llevaba los pantalones abajo y tenia sangre en sus genitales de manera considerable, además, le faltaba un pedazo de pene; algunos segundos después salio corriendo del lugar una mujer con la boca ensangrentada –No lo puedo creer, es Mariana- Dijo Elena aun mas sorprendida- la mujer llevaba un arma en sus manos y corría desesperadamente, todo era confuso pero trate de hacer caso omiso a lo que sucedía, continué caminando y Elena me alcanzo, me hizo dar vuelta en la siguiente esquina y continuamos hasta su departamento, se veía bastante afectada por un suceso que estaba fuera de mi comprensión, se tomo un trago bastante considerable de tequila y al cabo de unos instantes se tranquilizo un poco – Quieres que dejemos el dibujo para después- pregunte- no discúlpame no es nada- me dio un beso en la boca y se recostó en el sillón –Que te parece esta posición –pregunto- Si así lo quieres- respondí y comencé el boceto, unos segundos después entre gritos y lamentos entro al departamento Mariana, o al menos así dijo Elena que se llamaba, camino hacia el sofá, tomo a Elena por los hombros y le dijo desesperadamente mientras la agitaba – Escóndeme por favor, vienen a matarme.
jueves, 8 de octubre de 2009
domingo, 4 de octubre de 2009
Tercera parte
Camínanos entre gente muerta para llegar al lugar donde venden pollos asados en su propia grasa-decía mi hermano. El calor era insoportable para cualquier mortal, por eso mi hermano le decía gente muerta a las personas de esta ciudad. –Veelos, tienen la cabeza atrofiada-, no le importaba que la gente lo volteara a ver cuando criticaba al mundo. –Como no sabes que el atrofiado eres tú?, le preguntaba mientras una mesera se acercaba para atendernos, -si sigo aquí dalo por segura -, me respondía. Le dio una mordida al pollo y nos salimos sin pagar.
Llegamos a la casa de Matías Guerrero, un jodido narco como todos los demás, creía que con dinero y muertos se ganaba el respeto, y se esforzaba lo suficiente para tener dicho respeto. Mi hermano tenía unos negocios de tecnología con él. Cosas que nadie entendía y que involucraba a banqueros y políticos, gente de cuello blanco que se conocían en fiestas sexuales con muchachas que después desaparecían.
Nos llevaron a una sala, mi hermano decía que algo estaba raro, se llenó de matones con sus pistolas, y Matías llego gritándole a mi hermano. Las cosas no podían estar peor, alguien me agarro del pelo, y vi como golpeaban a mi hermano. Matías le dijo que esto ya no se trataba de dinero. Agarro una pistola y se la metió a la boca. Unos segundos después el cuarto blanco se teñía de rojo. Sangre espesa.
Matías se me quedo viendo y me apunto con el arma. El muy pendejo no pudo disparar.
Sand
Camínanos entre gente muerta para llegar al lugar donde venden pollos asados en su propia grasa-decía mi hermano. El calor era insoportable para cualquier mortal, por eso mi hermano le decía gente muerta a las personas de esta ciudad. –Veelos, tienen la cabeza atrofiada-, no le importaba que la gente lo volteara a ver cuando criticaba al mundo. –Como no sabes que el atrofiado eres tú?, le preguntaba mientras una mesera se acercaba para atendernos, -si sigo aquí dalo por segura -, me respondía. Le dio una mordida al pollo y nos salimos sin pagar.
Llegamos a la casa de Matías Guerrero, un jodido narco como todos los demás, creía que con dinero y muertos se ganaba el respeto, y se esforzaba lo suficiente para tener dicho respeto. Mi hermano tenía unos negocios de tecnología con él. Cosas que nadie entendía y que involucraba a banqueros y políticos, gente de cuello blanco que se conocían en fiestas sexuales con muchachas que después desaparecían.
Nos llevaron a una sala, mi hermano decía que algo estaba raro, se llenó de matones con sus pistolas, y Matías llego gritándole a mi hermano. Las cosas no podían estar peor, alguien me agarro del pelo, y vi como golpeaban a mi hermano. Matías le dijo que esto ya no se trataba de dinero. Agarro una pistola y se la metió a la boca. Unos segundos después el cuarto blanco se teñía de rojo. Sangre espesa.
Matías se me quedo viendo y me apunto con el arma. El muy pendejo no pudo disparar.
Sand
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