Me quede viendo fijamente el muro, sentí que nos quedamos solos por momentos, las personas que caminaban alrededor simplemente se desvanecían, simples manchas. Parecía que el muro blanco se transformaba en una cantidad de colores muy diversa; de pronto el tiempo no pasaba y sentía un hueco inmenso justo arriba de mi abdomen. Mi espalda se encogió y di un espasmo, el vomito le siguió. Don Tomas me gritó –Si no quieres que te pase nada, no te sientes aquí-.
En un segundo apareció la gente del parque, todo era normal y se nos quedaban viendo. Salí corriendo con el uniforme de la escuela vomitado, llegue a la casa llorando y subí corriendo al baño, me sentía mareado y me quede dormido en la tina. Estaba oscureciendo y baje al sótano de la casa, agarre el martillo más grande y pasé por la cocina, toda la familia cenaba, -A dónde vas Marcelo?-, me preguntaba mi mamá al momento que salía de la casa. -A tirar ese pinche muro-, Le respondí alejándome lentamente.
Llegué al muro, poco se veía en este lugar que carecía de luz, Tome el martillo y empecé a golpear. El muro parecía débil y se cuarteaba lentamente. Por un momento me detuve y vi a don Tomas sentado frente a mí. Me veía fijamente.
Sand.
domingo, 10 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario