miércoles, 29 de diciembre de 2010

De piratas y luchas sin sentido

La vela volaba por todas partes, la mayor parte del mástil estaba destruida, y el capitán gritaba una sarta de estupideces por nervios o por coraje, los vientos arreciaban y las balas de cañón impactaban justo donde mas daño hacían, pedazos de madera y acero rompían el aire que intentábamos respirar con fuertes bocanadas, cada persona que pasaba a mi lado me pateaba llamándome estúpido esclavo, yo solo intentaba cargar los cañones con las municiones que comenzaban a escasear, mi mente solo podía pensar en hundirme con mi capitán o seguir siendo un esclavo de otro, de pronto, proveniente de los cielos, un rayo partió al capitán, todos quedamos estupefactos ante aquel acontecimiento, temerosos de ser los próximos; la suerte nos estaba jugando una broma; con la lluvia caían las ultimas gotas de sangre de el capitán y las primeras mías por haber sido alcanzado por el filo de la espada del comodoro enemigo, mi oreja caía lentamente al suelo como burlándose de mi y haciendo uso de su nueva libertad, fuera de un cuerpo que la ataba a mis ordenes, el dolor comenzó a correr por mi cuerpo, manteniéndome a flote entre la realidad y la demencia, con un movimiento repentino saque mi cuchillo y lo clave lo mas hondo que pude en las costillas del comodoro, con un hilo de tranquilidad me sonrió y se acurruco conmigo, me pidió lo lanzara al mar y me entrego su espada, voltee hacia los demás mientras veía la lucha encarnecida por la sobrevivencia, eché la ultima mirada al barco en el que fui prisionero por tantos años, con toda la tranquilidad que corría como la sangre en mi oreja, camine por la borda, la lucha continuaba sin tregua y nadie se había percatado que irremediablemente ambas naves se hundirían, tome la última lancha y me monte en ella, alejándome sin prisas mientras remaba en mar abierto con el cuerpo del comodoro como acompañante.

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